El zen es una escuela del budismo Mahayana (Budismo Japonés), desarrollada en China desde los siglos VI-VII d.C., por el encuentro entre el Dhyana búdico indio llevado a ese país por Bodhidarma y el autóctono taoísmo. En este sentido, el zen es una religión cuyas doctrinas y prácticas se dirigen a la visión de la realidad de sí mismo (kensho, satori) y, en última instancia, al pleno Despertar (Iluminación), tal como lo experimentó el Buddha Sakyamuni bajo el árbol de la Bodhi, tras un intenso auto-adiestramiento meditativo.
Como ninguna otra escuela del budismo, el zen destaca la primacía de la experiencia iluminativa y la inutilidad, para el logro de la Liberación (o Iluminación), de las prácticas rituales religiosas y de las discusiones doctrinales.
El zen enseña como la vía más corta, aunque también la más áspera, hacia el Despertar la práctica del zazén, el . Esta práctica está destinada a liberar la mente de pensamientos e imágenes mentales. En su forma más pura, el zasén consiste en permanecer en un estado de clara atención consciente exenta de ideación, o sea no dirigida a ningún objeto ni sujeta a contenido alguno (shikantaza).
Practicado con perseverancia y entrega por un período más o menos largo, el zazén pone la mente del meditante en un estado de perfecta conciencia vigilante y sin contenidos mentales, estado desde el cual pueda irrumpir súbitamente una iluminación en que capte su verdadera Realidad o naturaleza búdica, idéntica a la realidad profunda del universo.
Las líneas de transmisión reconocidas desde el Buddha Sakyamuni hasta la introducción del zen en Japón son: 1. El Buddha Sakyamuni (Siddharta Gáutama), 566 a.C. 2. Veintiocho Patriarcas de la línea india, desde Mahakashyapa hasta Bodhidarma. 3. Seis Patriarcas de la línea China, desde Bodhidarma hasta Hui-neng (638-713). De esta línea surgen dos escuelas en China: la Escuela del Norte y la Escuela del Sur. La Escuela del Sur se subdividió en cinco escuelas: Soto, Ummon, Hogen, Igyio y Rinzai. Finalmente solo las escuelas Soto y Rinzai penetraron a Japón en el siglo XII y comienzos del XIII d.C., respectivamente.
Zen: forma abreviada de zenná (o zennó), lectura jap. del ch. ch’an-na (channa), a su vez sintetización del skrt. dhyana, que significa la absorción contemplativa de la mente concentrada, estado en que quedan superadas todas las diferencias dualistas, como yo/tú, sujeto/objeto, verdadero/falso. El zen puede definirse exotérica, o esotéricamente:
Exotéricamente considerado, el zen es una escuela del mahayana, desarrollada en China desde los siglos VI-VII d.C., por el encuentro entre el dhyana búdico indio llevado a ese país por Bodhidharma y el autóctono taoísmo. En este sentido, el zen es una religión cuyas doctrinas y prácticas se dirigen a la visión de la realidad de sí mismo (kensho, satori) y, en última instancia, al pleno despertar (iluminación), tal como lo experimentó el Buddha Sakyamuni (Siddharta Gautama: el Buddha histórico, nacido en 566 a.C. y fundador del budismo) bajo el árbol de la bodhi, tras un intenso adiestramiento meditativo.
Como ninguna otra escuela del budismo, el zen destaca la primacía de la experiencia iluminativa y la inutilidad, para el logro de la liberación (o iluminación), de las prácticas rituales religiosas y de las discusiones doctrinales.
El zen enseña como la vía mas corta, aunque también la más áspera, hacia el despertar, la práctica del zazén, el <sentarse en absorción con- templativa>.
Las características del zen pueden resumirse en cuatro breves rasgos: 1. <una doctrina peculiar fuera de la doctrina (regular)>; 2. <independencia respecto de las escrituras (sagradas)>; 3. <remisión inmediata (o directa) al corazón del hombre>; 4. <(encaminamiento hacia) el ver la (propia) realidad y llegar a ser (un) buddha>. Esta preñante caracterización del zen es atribuida por la tradición a Bodhidharma, el 1er patriarca de la línea china, aunque diversos estudiosos modernos conjeturan que probablemente provenga del más tardío maestro Nan-ch’uan P’u-yan (jap. Nansén Fugán).
Según la leyenda, esa tradición peculiar <fuera de la doctrina regular> arranca de la célebre predicación de Sakyamuni en el monte del Buitre. Allí, habiéndose reunido una multitud de discípulos en torno suyo para oír su exposición del Dharma (la Doctrina), el Buddha se limitó a levantar en silencio la mano sosteniendo una flor. Sólo el discípulo Kasyapa comprendió, y sonrió:
Ante el ademán del maestro, irrumpió súbitamente en él la visión iluminada y captó la esencia de la Doctrina. Así habría ocurrido la primera transmisión de la <doctrina sin palabras> del zen, de corazón a corazón. El Buddha habría confirmado a Mahakasyapa, según fue llamado en adelante ese discípulo, como el 1er patriarca de la línea india del zen.
En el zen (a menudo denominado también la escuela de la mente búdica), la iluminación súbita (ton-gó) ha desempeñado desde entonces un descollante papel. Esta tradición peculiar del Buddha-dharma (Doctrina del Buddha) se habría transmitido ininterrumpidamente hasta el 28° patriarca de la línea india, Bodhidharma. La transmisión del periodo indio y su continuidad con la línea china, según los textos de la escuela, es considerada legendaria por los historiadores, porque no hay ninguna clase de documentación histórica que la confirme. Pero, para el zen mismo, en el cual lo que está en primer plano es la autenticidad de la experiencia de iluminación (autenticidad fácilmente comprobable por cualquier genuino maestro, con tal que su propia experiencia del zen no haya llegado a “entibiarse”) la historicidad de los antiguos patriarcas carece de todo valor funcional. Aquí, la realidad es, en el sentido más estricto del término, <aquello que (se) realiza>, la <verdad viviente>; lo que nada tiene que ver con la “realidad” muerta de las cosas.
Según la tradición, Bodhidharma, a comienzos del siglo VI d.C., introdujo en China desde la India su línea de dhyana búdico; con ello se convirtió en el 1er patriarca de la línea china del zen. Que se conservó en el curso de las sucesivas transmisiones.
Hasta el sexto patriarca chino, Hui-neng (638-713), por la combinación de la esencia espiritual del dhyana búdico con la doctrina y el modo de vida taoísta, tan afines en muchos aspectos al budismo, se desarrolló la corriente de formación espiritual a la que hoy denominamos zen. Este es sobre todo el zen de la escuela del Sur, que deriva de Hui-neng, y que da primacía a la doctrina de la iluminación súbita o abrupta (ton-gó).
Otra escuela, la del Norte, que procede de Shen-hsiu, un “rival” de Hui-neng, y que enseñaba la iluminación gradual (zen-gó), alcanzó sólo corta vida. Con Hui-neng y sus sucesores comenzó el florecimiento del zen, que, durante la dinastía T’ang y Sung, produjo un alto número de grandes maestros que contribuyeron sustancialmente a la progresiva elaboración del modo de enseñanza típico del zen.
La línea de transmisión de la escuela del Sur se ramificó en las cinco casas y siete escuelas, que son siete sólo en detalle de método, no en lo esencial de la doctrina. Son las escuelas Soto, Ummon, Hogen, Igyo, Rinzai, y, como subescuelas, la del Yogi y Oryo.
En los siglos XII y XIII, las escuelas del Soto y el Rinzai llegaron a Japón, donde permanecen vivas hasta hoy. Mientras que en China el zen entró en decadencia después de la dinastía Sung y, bajo la Ming, por la hibridación con el budismo de la tierra pura , escuela fundada en 402 d.C. por el monje chino Hui-yuan y que es la orientación budista que actualmente tiene más adherentes en China y el Japón (amidismo).
Cuando dejó de existir como genuina la transmisión del Buddha-dharma <de corazón a corazón>, en el Japón se produjo un nuevo florecimiento, pués maestros japoneses y algunos chinos fundaron la tradición del zen. El maestro Dogen Zenjí introdujo el Soto, y Eisai Zenji, el Rinzai.
Una de las figuras descollantes del zen japonés fue Hakuin Zenjí, que en el siglo XVIII reformó el Rinzai, después de un periodo de decadencia, contribuyendo a devolverle impulso. Como desde hace varias décadas también personas de Occidente acuden al Japón en busca de instrucción en el zen, maestros japoneses transmiten hoy su Dharma a Europa y Estados Unidos, y tienen ya algunos sucesores occidentales. De este modo, es posible que el zen dé un paso más en su trayecto de un continente a otro. El hecho de que algunos occidentales hayan pasado, entretanto, de un interés intelectual superficial por el zen a una auténtica práctica bajo maestros autorizados, permite presumir que el zen pueda echar raíces y dar frutos también en Occidente.
Esotéricamente considerado, el zen no es una religión, sino aquella fuente y raíz, indefinible e incomunicable, sólo experimentable para cada cual de por sí -más allá de cualquier nombre, designación o concepto-. De dicha experiencia surgen, como formas de expresión, todas las religiones. En este sentido, el zen no está ligado a ninguna tradición religiosa, ni siquiera a la budista. Es la <perfección primordial> de todo ente, experimentada por los grandes sabios, santos y fundadores religiosos de todos los tiempos y culturas, y designada con los más diversos nombres, que el budismo denomina la <identidad de Nirvana y Samsara>. Por eso el zazén no es un “método” que conduzca al ser humano desde el estado de ignorancia (avidya) hacia la “meta” de la liberación, sino la actualización y la expresión inmediata de esa perfección, siempre presente en cada momento y en cada ser humano.
Nota: Ver Glosario del Zen
Fuente: Diccionario de la Sabiduría oriental, Paidós.
Documentos sobre el Zen
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