La práctica meditativa de los tantras externos se divide en dos: simbólica y no simbólica. La práctica simbólica implica la visualización e identificación progresiva del meditante con el mándala de una deidad meditativa. El mádala es una representación simbólica de fuerzas cósmicas en forma bi o tridimensional, que desempeña un importante papel en el budismo tántrico, sobre todo en el budismo tibetano. Se utilizan como auxiliares para la meditación, funsionando como soportes para detrerminadas visualizaciones. El sentido del mándala en el lamaísmo se expresa en la traducción tibetana del término: dkyil’khor, que significa aproximadamente “centro y peiferia”. El mándala debe entenderse como la reducción a unidad lograda por la meditación, de una gran diversidad de elementos: lo que aparentemente es un caos y una complejidad inabarcable al ojo se simplifica en una pauta presidida por una jerarquía natural. La forma del mándala, estrictamente fijada por la tradición, representa en su estructura fundamental un palacio, una especie de santuario cuadrado con un centro y cuatro puertas situadas en los cuatro puntos cardinales. Puede estar construido por pintura, por arenas coloreadas, montoncillos de arroz, o por un modelo tridimensional generalmente de metal fundido. Si, por ejemplo, en el centro de la figura aparece una deidad “terrible o colérica”, el mándala simboliza la transitoriedad del mundo y aparece circundado por figuras de cementerio. El borde exterior del mándala suele estar formado generalmente por circulos de llamas de los cinco colores fundamentales, que representan las cinco “familias búdicas”.
La visualización e identificación progresiva del meditante con el mándala de una deidad meditativa, es un proceso gradual que avanza progresivamente en los tantras externos. En kriyatantra (tantra de la acción) la identificación con la deidad meditativa no es completa, sino que ésta se visualiza frontalmente y es considerada como una figura externa superior a uno mismo. En el upatantra (tantra de elevación) aunque la identificación no es total y se continúa la visualización frontal con la deidad, se establece una relación de paridad o igualdad con la verdad que la deidad representa. En el yogatantra (tantra de unión), por último, desaparece la visualización externa de la deidad y uno se identifica y convierte completamente en ella y en la verdad que representa.
La práctica meditativa no simbólica de los tantra externos, se refiere a la meditación sobre aquello que trasciende todos los modos de existencia y categorias conceptuales, para abordar a la comprensión inmeditada de la vacuidad de todos los fenomenos, tanto externos (los percibidos por los sentidos) como internos (pensamientos, emociones, sensaciones e imágenes), incluida la propia conciencia.
Las prácticas, tanto simbólicas como no simbólicas del tantra externo, tienen como finalidad lograr la purificación progresiva del prácticante, hasta que éste llega a la vivencia realizativa de la identidad de la verdad del mundo relativo de la forma (samsara) y de la verdad última de la vacuidad (nirvana). Esta identidad de foma y vacío llegan a su realización plena en los tantras internos.
Fuente: Diccionario de la Sabiduría Oriental, Paidós.
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