Los tantras externos fueron predicados por Buddha en lugares como el monte Sumeru y otros dominios celestiales. Se explica que los tantras externos son una tentativa para dar instrucción sobre la práctica tántrica a personas que, debido a su estilo de vida -como monjas, monjes u otros-, no podían acceder a métodos tántricos más rigurosos sin romper sus votos religiosos u otras obligaciones sociales.
La práctica del tantra exige una habilidad especial para utilizar las emociones en general y del gozo físico en particular, como medios de practica conducente a la iluminación. Esto implica que el gozo físico y el sexual en particular, no son abandonados por el prácticante sino utilizados en el proceso conducente al despertar. Los estados altamente gozosos deben irse integrando paulativamente en la vacuidad: gozo (forma), claridad (conciencia de la identidad de la forma y el vacío) y vacuidad (vacío) son indisolubles. De este modo en los tantras externos, como el kriyatantra, se utiliza el gozo procedente de la mirada, en el upatantra se emplea el gozo de las caricias, en el yogatantra el gozo deribado del beso, mientras que en los tantras internos del mahayoga y del anuyoga, se utiliza la máxima expresión del gozo sensorial, deribado de la unión sexual.
Las principales escrituras en que se recogen los tantras externos son, en lo que concerniente al kriyatantra, El diálogo con Subah, La emergencia de Tara y El rey de los tres compromisos; relacionado con el upatantra destaca La iluminación de Vairocana; y relacionado con el yogatantra, el Compendio de la verdad y el Glorioso Paramadya.
Fuente: Diccionario de la Sabiduría Oriental, Paidós.
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