La perspectiva filosófica que sirve de sustento a los vehículos tantricos se deriva del sistema conocido como gran Madhyamaka (escuela de la vía media). Esta perspectiva filosófica se relaciona con la segunda aseveración de la afirmación del Sutra del corazón de la sabiduría: “la vacuidad es forma”. Anteriormente se explico que el himalaya y el mahayana consideran que la forma y el resto de los agregados -sensaciones, conseptualización, emoción y motivación- estan vacios de un yo o de una identidad sustancial. Es por esto que podemos afirmar que el objeto de realización en estos dos vehículos sútricos apunta a establecer la vacuidad de la dimención relativa de la forma: “la forma es vacuidad”. Por otro lado, los vehículos tantricos, aunque concuerdan totalmente con la aceveración anterior van más allá de ésta, cosiderando que esta vacuidad no consituye una mera ausencia o negación sino que ella es indisoluble e inseparable de la forma. De ahí la segunda acerveración del Sutra del corazón de la sabiduría: “la vacuidad es forma”. La afirmación completa reza así: “la forma es vacuidad, la vacuidad es forma”. Esta afirmación implica la superación de la dualidad forma-vacío, evidenciando la identidad (calidad de identico) de samsara (forma) y nirvana (vacío), de la verdad del mundo relativo de la forma y de la verdad de la vacuidad absoluta. El atiyoga o dzgchen es la enseñanza más alevada disponible que logra liberar de manera natural al prácticante de la concepción de esta última dualidad, logrando que el iluminado perciba directamente la talidad o la pureza intrínseca de la forma e inseparable de la vacuidad.
Fuente: Diccionario de la Sabiduría Oriental, Paidós.
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