ILUMINACIÓN. Con este término, a falta de otro más apropiado, se traduce el término skrt. Bodhi (literalmente despertar) y su equivalente en japonés satori o kensho; en todo caso, nada tiene que ver con ninguna experiencia visual lumínica.
Antes bien, se trata del momento en que el ser humano capta inmediatamente el Vacío (Sunyata) que él mismo es como lo es el universo todo; sólo así le es posible alcanzar la verdadera realidad de las cosas. La Iluminación se mal interpreta constantemente en el sentido de una experiencia luminosa, y las experiencias luminosas se mal interpretan como una iluminación; es preferible el término despertar, que describe más adecuadamente la experiencia referida. El Vacío que aquí se trata no es una nula vaciedad, sino lo no-perceptible, lo no-sensible, no-pensable, lo infinito que está más allá del ser y del no-ser. El Vacío no es un objeto que un sujeto experimenta, sino que el sujeto mismo se integra en ese Vacío.
La Iluminación perfecta del Buddha Sakyamuni es el punto de partida del Buddha-dharma, o sea de lo que llamamos el budismo. El budismo es simplemente una religión de la Iluminación; sin esta experiencia no habría budismo.
Aun cuando la iluminación es esencialmente siempre una y la misma, se presenta sin embargo en muy diferentes grados. Si comparamos el proceso con el de traspasar una pared, la experiencia puede ir desde practicar un diminuto agujero (un kenso menor) hasta el derrumbe de la pared total (la Iluminación completa o perfecta del Buddha Sakyamuni), pasando por todos los grados intermedios. Las diferencias en claridad y precisión de visión son enormes, aun cuando en todos los casos es la misma realidad que se ve.
Este ejemplo hace clara la diferencia; pero es defectuoso en cuanto hace aparecer la Iluminación como un objeto que uno percibiera como sujeto de la experiencia. Además, suscita la errónea impresión de que la realidad abierta por la Iluminación: el Vacío. el Absoluto, sea diferente del mundo de los fenómenos. Pero no hay tal. Una Iluminación profunda hace claro que Vacío y Fenómeno, Absoluto y Relativo son enteramente uno. La experiencia de la verdadera Realidad es precisamente la experiencia de esa unicidad. La forma no es sino el Vacío, el Vacío no es sino la forma, se dice en el Sutra del Corazón: no son dos mundos. Por la Iluminación profunda, el yo se extingue, muere. Por eso se dice también en el Zen: <Debes morir sobre el cojín>. El resultado de éste <morir>, de la <gran muerte>, es la <magna vida>, una vida en libertad y paz.
Fuente: Diccionario de la Sabiduría Oriental, Paidos.
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